Six Feet Under

La necesidad de buscar detalles me hicieron ver los dos minutos finales unas tres veces. De antemano sabemos que Six feet Under es una serie sobre la gravedad invisible perceptible de la muerte. No importa cuan acostumbrado estemos sobre el final, los giros, las conversaciones, los amores, los desencuentros que intentan desajustar el reloj biológico en cada respiro, diciendonos: extinción . A lo largo de los capítulos los personajes forman en sus cabezas, la excusa de abrir los ojos de mañana, de pintar algo nuevo, de salir a correr, de tener hijos como desafío a la finitud.Solamente Ruth perdida en llenar lo que supone de felicidad con distracciones arbitrarias, una madre coraje a la usanza brechtiana, escucha a la muerte por el teléfono, a varios días de diferencia.

Si ya luchamos con la completa nada, se entromete otro enemigo que es la propia mente. Ella abre puertas y  sensaciones con el tiempo y rasga la poca piedad que nos queda. Los muertos se van, pero nunca dejan de hablar como si Dios mandase angeles sumamente sarcásticos para enredarnos en el miedo y en la desolación. Los cuerpos llegan a la casa de los Fisher pero la muerte nunca pacta con ellos. A la muerte no le gusta estar encerrada, se mueve en partes diminutas, en delgadísimas venas en la cabeza, en autos descontrolados, en pequeños cereales atorados o en un bus matando al patriarca  Nataniel. 

El erróneo mensaje que toman los Fisher es de asumir que tienen una cláusula de buen trabajo y camaradería con la parca. La muerte se hace la ciega y va  triunfante. Nate nota bien los trazos de este mensaje, en las personas que más ama, en la ave azul, y en los limites del dolor, haciendo prepararse o intentar buscar  un tipo redención. Pero esta llega ya sepultado siendo la parte sublime de la serie. En la broma, en un brindis se mengua el sufrimiento y se nos permite, estar tranquilos por haber vivido una concexión arbitraria con alguien.

Quisiéramos tener la lucidez terminal de Nate para decir…ya basta. Pero al final vivimos nosotros y en nosotros nuestro muertos más queridos.

Atracción por la fe

Hace algunas semanas concluí la serie Leftlovers considiendo con una semana de gripe y algunos momentos de fiebre moderada. En ese estado febril, la serie se me proyectaba constantemente y los personajes deglutian sus argumentos y añadian a ellos frases y fragmentos de lo Visible e Invisible, el libro que también terminaba de leer de Merleau-Ponty. Mistificados el libro y la serie y otro aspecto que no puedo recordar, los personajes de la serie se me aparecian como entes arrebatados de humanidad y sentido, ante el mensaje de exterminio, dado por Dios, o por cualqier ente responsable. La devastación es un mensaje encriptado donde unos buscan culpa, otros redención y unos indiferentes por no haber sido tocados con el sacrificio, solo sosiego. Las interpretaciones, recurrente necesidad actual de deglutir lo accidental, lo geneticamente trazado o el infrotunio, ahora no calza con nada de ese mundo someramente desolado. Y era Merleau-Ponty, quien recrudecía con su esepticismo sobre lo que conocemos de este mundo, de lo que nos aferra gravitacionalmente mientras la nada juega por otros senderos. Los sentidos, ante la devastación se suprimen, los ojos buscan lo que ha desaparecido, los olores recurren a un sentido de existencia, pero la realidad es fria y tremula, a ello que todos busquen algo que creer, salir del desencantamiento burocrático que hablaba Max Weber sobre el capitalismo y que bien se ve en el trabajo de Nora, censando desaparecidos. Ya no existe multiversos, pasado, deus ex machina en la culmen de esta historia, y ello incomoda el espectador pues este necesita creen que la ficción es necesaria, y aparece una frase, un dialogo que reduce de nuevo a la cenizas sus esperanzas. Todo es la mente, jugando con ese vacio, quizas evolutivo del algo más…Reconstruir la realidad, sugiere Merleau-Ponty es crearla con miles de ojos, miles de visiones, calidoscopicamente sobre lo que es lo real, coser el mundo, tajado por el mensaje de finitud.Despúes, de todo, ese impulso que nos unifica con el mundo en ciertos minutos, que en la serie se podría llamar felicidad, son como fiebres, que aceleran la carne, los organos, pero que al final uno termina sudado, debastado y preguntandose si acaso se ganó algo con ello.

Sobre Succession

La recomendación básica para poder deleitartese con la serie, es no tener compasión. Suprimir cualquier vestigio de sintonia con algun personaje y observarlos cautelosamente. Succession es un drama en el Olimpo donde cada vez que uno de esos seres se comunica con los hombres, sólo es para debastarlos, humillarlos o simplemente matarlos en pro de suprimir el tedio, ya que miles de millones no arrebatan el oscuro aroma de existir.

La sucesión no acontece y los personajes, a similitud de agrimensor de Kafka, nunca verán el Castillo, lo mencionan , mastican la llegada,pero de antemano, saben que existen miles de kilometros, o en el caso de la serie, miles de millones de pequeñas riñas para impedir conseguirlo. Succession es un disco agradabe de jazz, pero que con cada temporada la aguja se inserta, haciendo de la música, distorcida, lacerante, hueca, silenciosa y finalmente o quiebras el disco o la aguja rompera la propia tornamesa que expande el sonido.

Succession sólo es una continua pataleta de los hermanos Wagner, sí, aquellos dibujos noventeros que en el histrionismo, juegan con el dolor, la carencia y los excesos. No tienen la profundidad de los Karamazov, pero tienen la valentía depositada en los millones para hablarlo todo ( Romulus), probarlo todo ( Kendall) y mentir con todos (Shiv). Tom es aquel que juega en la tangente y el cual no sabemos si sube o baja de las escaleras. El que conoce el fuego prometéico, pero prefiere antes incendiarse asi mismo, para expirimentar el éxtasis de la incineración. Una bruja piromaniática.

La sucesión no es sobre liderazgos, sino sobre cuan soportarble es uno capaz de vivir en la inmundicia.

 5  CANTOS ORATORIANOS

Ich weiss es: ich habe zuviel geliebt. Ich habe zuviel Leiber Gefüllt, zuvielorangene Himmel verbraucht.Ich soll ausgerottet werdem.

Vision in Weiss.1.Psalm/ Bertolt Brecht

1

Mi edad

ante el carisma del cenáculo 

era un intento anacrónico

de ser yo el pequeñito Bosco

Mi identidad  

una camiseta roja

y un tatuaje 

elaborado de noche con un  lapicero

eran afrentas 

contra el envoltorio común

de aquella insignia epidérmica

que nos obstruía

el examinarnos de noche

o soñar con la piel

de cuanta mujer ficticia

captarámos en el universo

Para juanito Bosco

Dios aflora acertijos en los sueños

importunando  el descanso 

y alterando la lucidez. 

Sin ese castillo noctámbulo

dónde cuidaríamos nuestros pecados

simples trashumantes desnudos

sin poder hacerle guerra 

a las mil anécdotas venidas Turín.

El Padre Valdiviezo

que acariciaba otrora

niñatos rubios de Europa

catequizaba  ahora con férula

zarandeando el alma

hasta  hacerla brotar

recordándele

un sépalo  de tulipán 

marchitándose poco a poco 

en una callecita de Roma.

2

Don Palomino

mago en ciertas ciencias

expide anisado entre cada tres palabras 

mientras revisa las tareas

con su dedo hiperritmico

indicando una mayúscula obviada

o una b añadida

o sobrepuesta en la

voz verdad

Concibe la metodología

en una lista inmensa de palabras 

y azuza

buscarle sinónimos

mientra toma una bocanada de aire

ante la presencia 

de la náusea

acurrucada en su estómago avinagrado

Su nombre

Palomino Palomares

paladín

breguero contra la resaca

-incluso antes que el propio desempleo-

malparío parvulos

con muletilla

que zigzaguean 

en cuanta sinonimia

se rememoré

lo que para don Palomino

era la clase de Literatura

es trauma

complejo

manía

rareza

psicosis

perturbación

3

Mayo me parecía frío

dentro de  la arboleda 

que neutralizaba el hedor

empachado de nuestras bocas

Intimidados llegábamos 

muy prematuros al colegio

olvidando el desayuno

constitutivo  a toda revelación,

reflejo de ello

sea el adormitar

delicioso 

sobre un libro lleno de ecuaciones.

Al mediodía

con gregoriana tesitura

poniamos la piel de gallina a Cristo

a cada tres avemarías

y mayo me parecía cálido

o era la divina pitanza 

manifestada en el almuerzo

que alimentaría primero 

nuestro organismo

para producir inmediatamente dudosa fe.

4

Y era Nefi

un mormon 

que claudicó ante la santa

y romana 

y católica iglesia

Y Obradovich

nieto de un yugoslavo que reparaba objetos eléctricos

como una afrenta ante su viudez

y el pelirrojo Van Doorn 

hedónico con las plantas

aficionado a  desaprobar cuanto curso existiera 

o se inventase

y yo

un Guaynalaya

panteista andino de las alturas de Chupaca

que mirabamos de soslayo el cristianismo

con muy poca fe de salvación

Creciamos en el frío medular de los andes

medio curvos

y

medio carente de inmensos horizontes 

nos estirabamos

y dilatabamos

dependiendo de  la arbitrariedad 

de las hormonas

Ahora 

emulamos a los molles 

cuanto más años apechugamos

algo fructíferos

algo ahuecados

míticos para las creencias tribales 

de esta ciudad.

5

Confirmó la fe

ante la turgencia diferenciada de mi pecho

confirmo mi inmundicia

ante la iris pintada del santo de yeso

y reafirmó que la belleza

se esconde en la templanza

o en la comisura de una sonrisa

y en el truculento amor a la palabra

Pero lo que reafirmó

qué es lo mismo que acorralarte con un recuerdo 

es lo magno de tu cabello en el templo

el ganar tu hola en la misa

y recibir mi Jerusalén en un: 

¨yo también te pienso¨

Valía morir después con cualquier peste 

marchar a cualquier cruzada.

Sobre Boardwalk Empire, o la prohibición insatisfecha.

Cada personaje de esta serie, esconde tras su envoltura radiante de satín, seda  o fieltro la inmundicia, la perversión  y espléndidamente la prohibición  no satisfecha. La influencia victoriana todavía irradiaba los años veinte y treinta en el mundo, y la ciudad de Atlantic city, escenario de acciones, donde las gentes llegadas a  interpretar el papel de visitante y otras esperando succionar  hasta los tuétanos, irán construyendo una prototípica ciudad que diera ejemplo quizás a las Vegas o a Disneylandia.

El alcohol, el insumo que permite a estos personajes, sopesar una sociedad venida de barcos para buscar un nuevo destino en Norteamérica, y con su  prohibición se rompe el equilibrio y el tedio invade cada rincón de la vida insoslayable que es la realidad. La prohibición incentiva la cruenta búsqueda de sustitutorios. El veneno de lo adulterado se combina con la protitución masiva, el ingreso de los grandes espectáculos a trata de blancas, la heroína, y una más cruenta, pues en ella la especulación mata miles de trabajadores: la inversión en la bolsa de valores.

Nadie logra redimirse,, nadie alberga posibilidad de abanderarse en la esperanza, que se dice vendrá con el desarrollo de la ciudad.Algunas caen en tipos de locura  ligadas al  sadomasoquismo como Rosetti, locuras acrecentadas por kilos de cocaína como Al Capone o en el abandono de la sociedad, la mudez de la justicia  y la fragilidad de la mujer de dichos años como Gillian Darmondy. Así, sin redención, tenemos  pocos personajes que solo miran el espectáculo, y saben retirarse antes de caer el terciopelo del show. Convivir para ellos será alimentarse de cinismo hasta sus últimos días. Peculiar el personaje de Richard Harrow, que encuentra en la familia, en la simplicidad del hogar, del trabajo y en la aceptación de lo verdaderamente humano, poder salir de aquel infierno, un personaje mas allá del bien o del mal.

Finalmente, el malecón continúa albergando a los entes superiores que disfrutan de la brisa marina con un trago del mejor Bacardi, o de fantoches que esperan la noche para salir debajo de ella, víctimas propiciatorias para algún jerarca que domine el mundo, como lo fue en su tiempo el gran Commodoro.

Con respecto al trabajo de Richard Calle Olivera en ¨De los últimos Días¨

Lanzado este dos de febrero en las plataformas virtuales con el nombre: ¨De los últimos Días¨, el músico Richard Calle Olivera presenta que en ciertas ocasiones con sólo quenas, percusiones andinas, sonidos ambientales y de una que otro artificio del piano en la mayoría de sus temas podemos recrear lo que fue la simplicidad de la música en lo que para mí precede el trabajo: Los efectos del encierro y el encuentro nuevamente con el mundo tras pasar por la pandemia del Covid-19.

Temas como el ̈Hombre caminando¨ donde se advierte la figura de hombre/ser,como lo señala el autor, corroído por incesantes preguntas y el intento por sobrevivir, lanzándose al desierto, con la posibilidad de purificación. Asemejando esto a Jesus en sus cuarenta días. Pero no sólo este tema tiene implicancias religiosas. En ¨La tierra te pedí¨ el personaje, como si fuera un nuevo Adan, perdido en el jardín ideal, busca una nueva Eva que llama ahora María, como satisfacción y deseo, quizás una referencia sumamente religiosa o quizás una metafórica lúdica de la cannabis sativa. Otro tema como ¨Haciéndonos crecer¨, ya desde un ritmo bluseando, es una canción de formación, de crecimiento, en donde el dolor es la maestra. Escuchamos así la palabras: mar y pesca, referencia de la vida de Jesús, y el señalamiento del autor como lugar donde uno se logre purificar de lo terrenal.El cantautor reafirma la corrupción ante lo muy humano y lo puro en la naturaleza contemplativa.

Ya en el tema ¨De los Últimos días¨, título que da nombre al trabajo grupal,es la naturaleza un ente redentor.La lucha que vimos del hombre con su mente, ahora se convierte, en la letra de esta canción en una lista de entes naturales, que revolucionan esta conciencia dormida o adormilada, un calidoscopio de fragmentos,sin llegar a la profundidad simbolica, pero manteniendo la rima Richard Calle nos hace un mapeo, para finalmente decirnos que estamos en la madre naturaleza, y que de ella se parte hacia la comunidad. ¨Si nos quitan los sueños¨, otra canción de escasa instrumentalización, el autor revitaliza el significado de los sueños, como la realización de lo deseado.Concepto básico si partimos de Sigmund Freud. Pero a pesar que posteriormente, Richard Calle hace una conexión entre el sueño y las luchas con frases como ¨hagamos fuerza¨y tomando como el enemigo de los sueños a aquellos ¨falsos que moldean nuestras voluntades¨, no se logra entender si esta lucha será real o sólo onírica, puesto que se sueña individual y nunca colectivamente.O quizás el concepto sueño remite más a la palabra ¨aspiraciones¨ que al fenómeno misterioso de la vigilia.

Finalmente en la canción: ¨Para amor en la Distancia¨ la consigna reiterativa de ¨el tiempo no es tiempo¨ desvanece una posibilidad de profundizar, haciendo quizás la canción más cliché, hablando liricamente.

Concluyendo, estamos con un trabajo exploratorio de un joven artista en el círculo musical del Valle del Mantaro.La tesitura vocal compensa la simplicidad de instrumentalización en algunos temas y en otras se equilibra, cuando el reggae, y el blues enmarcan la canción.Y como creo definirlo, se ve claramente la realización de lo que actualmente podría llamar un panteísmo de la naturaleza con soterrados moldes cristianos.

Lúgubre Carnaval


Los carnavales han sido siempre un acto catártico en un determinado espacio de tiempo. Los individuos que admiten el juego, se permiten invertir reglas como lo bello, lo ordenado e incluso lo moral ( hasta un límite). Así se convierten en personajes lúdicos y quedan extasiados ante el frenesí colectivo, pues luego de ella vendrá después el miércoles de ceniza para iniciarnos en la purificación. Pero qué sucede, si el carnaval se convierte en un espectáculo macabro en donde ya no son días, no es un plaza como lo que vemos en Cajamarca, sino es en un país y el tiempo se hace indeterminado.

La turbulencia que atraviesa nuestra anémica democracia, ha invertido la racionalidad al frenesí de los conglomerados, dándonos la respuesta. El gobierno, puesto ahí por un proceso constitucional, ha iniciado rápidamente una carnaval institucional invirtiendo funciones y límites de un equilibrado manejo del poder, haciendo que sólo unos grupo favorecidos y totalmente centralizados jueguen,creándose máscaras ante el otro lindero de lo que ellos llaman un grupo radical minoritario y reducido.

Semanas con aquella cancioncita antiquísima como del ritmo del chino, el grito vacío de ¡honor y gloria! en las calles del centro de Lima y que alberga respuestas también festivas como ¡Castillo presidente! o ¡renuncia mostra! dan muestra de que estamos en un tétrico carnaval. Ya no hay serpentina, agua con talco o pintura, por el contrario, en este estado carnavalesco tenemos, balas, bombas lacrimógenas , piedra y vinagre. Nuestro rey Momo, es un hombrecillo muy valentonado que antes pedía cambio de constitución y ahora ha sido nominado con justa atribución como el carnicero de los Andes. Y su viuda, junto a él, compartiendo su cruel animación disfruta del espectáculo de tal adefesio, aplaudiendo y siendo decoración de la comparsa desde el primer día de adjudicado el poder con aquel traje amarillo fiestero.

Cajamarca no es el centro del carnaval, es sólo una trinchera que llevan los limeños de abolengo que culpan a los provincianos de ensuciar sus residencias y en venganza viajan y hacen trizas la ciudad y muy halagüeños dejan las calles con olor a orines, con el loable máxima que escribe en su cabecita de: todo sea por la la reactivación económica. El carnaval está en el palacio de gobierno, con el rey Momo, la reina y su estampa que seguirá danzando, regalando medio Perú en la medida de lo que este país pueda fragmentar. Fuera de la capital, diría incluso a metros del centro de Lima, la realidad continúa, latente y la congoja de más de medio centenar de muertos, exige se termine esta lúgubre parodia.

Escrito 19 de Febrero del 2023.

La niña del palo

Habían pasado ya más de tres meses desde el incidente. Las sesiones de terapia había ahuyentado mis sudores en la noche, ya podía comer algo sin intentar vomitarlo todo.Peró aun  me perseguían las pesadillas.No me atrevía a salir a la esquina.Tenía que aferrarme del brazo de alguien, sintiéndome observada y perseguida. La policía lo ubicó, lo apresó y lo condenó pero más allá de la vergüenza, la psicóloga me decía que dejará de culparme, que intentará mirar adelante. 

No me entendía muy bien, mi cuerpo me resultaba sucio,  sentía hormigueos en las piernas y unas ganas de llorar sin poder hacerlo

Mi madre intentaba consolarme, y yo me acostumbraba a su protección ante cualquier cosa que me exigiera ser yo mismo, alguna visita, alguna persona que preguntara por mi.Yo me sentía partida y no encontraba en ninguna parte mi otro lado.

Mi abuela, mujer algo iracunda había planeado ir después de mucho tiempo a visitar su pueblito en las alturas de Huancayo. Le pidió a mi madre me dejara y que allá podría tomar otros aires. Que igual que a ella, la ciudad seguro me estaba haciendo cada vez más mal.

Decidimos partir muy de madrugada, mi abuela se puso  la mejor de sus polleras y el sombrero que acostumbraba para días importantes. Llevaba su manta bien sujeta a las espaldas, y en ella envuelta con cariño, hoja de coca, alguna que otra botella de aguardiente , cigarros y mucha cantidad de dulces que le eran difíciles encontrarlas allá arriba.

Mi abuela nunca me dijo nada en todo ese tiempo. Sólo la ví llorando cuando todo sucedió. No me consoló, y creo que nunca debió hacerlo. Tenía mucho más cariño a sus cuyes que criaba tenazmente y sus plantas que podaba casi mensualmente. Aquella madrugada, fue la primera vez que busqué su brazo para que me llevará y me dirigiera hasta su pueblo. 

No pude disfrutar del viaje, pues quedé rápidamente dormida, a causa de la costumbre de no dormir en las noches. Desperté casi a minutos de bajar del auto y sentí que el aire era más limpió pero más duro de respirar. Pude pararme y alejar  el medio sueño que tenía en mi cuerpo y abriendo bien los ojos, vi al otro lado la ciudad de Huancayo. Y verla de lejos me dio un poco de tranquilidad.

Pocas personas transitaban en las calles de polvo.Mi abuela había cambiado de semblante, y pude notar algo más de ánimo en sus pasos y en sus ojos. Despúes de alejar perros en una que otra casa, llegamos a la casa de mi abuela. Esta tenía un quinual en la entrada y en el techo cantaba un gorrión, saltando  como si estuviera amarrados los zapatos por los pasadores.

Dejamos las cosas, y mi abuela fue a buscar las maderas para ir encendiendo la cocina.Yo miraba a través del techo como la luz entraba en su cocina oscura, alumbrando su silla pequeña frente a la boca donde se ponía la bosta y algunas ramas para iniciar el fuego. Al regresar mi abuela, inició con un trabajoso proceso de prender  la cocina, pero sobre todo la miraba y no mostraba ningún rasgo de molestía o incomodidad. Allá en Huancayo, acostumbraba ir y comprar comida de los restaurantes, no le gustaba a veces cocinar y prefería siempre la rapidez al trabajoso tiempo de cortar y hervir las cosas.

Aquí quería hacerlo todo ella misma.Pero en un total silencio conmigo.

Logramos tomar agua de cebada tostada y algunos panes que compramos en la estación de carros que nos traían para aquí. Pude comer algunos, y de nuevo sentía las ganas de vomitar y comenzaba a sudar y al temblarme las manos. Mi abuela me miraba, y evitaba tomar importancia.Por el contrarío me pedía que hiciera una que otra cosa.

Al cabo de un rato  gritaron desde la calle una señora y otras palabras en quechua.Se me hacia común escuchar las palabras de mi abuela, pero me resultaba complicado entenderlas por separado.Podía comprender el idioma sin tomarle importancia, pero cuando quería saber exactamente que, resultaba que no entendía nada.

Salimos, y mi abuela abrazó a una mujer canosa, que se sacó antes el sombrero mostrando las grandes trenzas que mi abuela cuidaba de no remover mucho. Junto a ella había una chica, de mi misma edad.Yo en ese tiempo tenía el cabello hasta los hombros y el de ella se extendía hasta la espalda. Estaba detrás de la señora que me vió y hablando en quechua me extendía la mano y sentí sus dedos calientes pero duros aprentarmelas y detrás de ella, la chica mirándome de reojo. Mi abuela señalándome me dijo que saludara, que ella era mi tía abuela Rosa y ella, la igualita  de estatura a mia, mi tía Lucinda. 

Lucinda salió de las faldas de mi tía y se mordió con una mano las uñas y con la otra me busco con su mano.Sus manos eran frías y ásperas.

Mi abuela y mi nueva tía Rosa se rieron y sin darnos importancia continuaron con su conversación y sus voces que generaban vida en aquella mañana fría.

Lucinda, en un primer momento era callada y muy tímida .Después de unos días era la que me motivaba a subir a los árboles a buscar guindas. Andaba con una especie de catapulta pequeña para espantar  chihuacos de las chacras y siempre andaba con un palo para hacer asustar a los perros o las vacas que se ponían bravas en  las calles. Siempre estaba intentando probar cosas mientras caminaba, me indicaba hojas que no entendía bien su uso, ella las olía, las masticaba y me decía con su mano, que las probara. Íbamos todas las mañanas a ver los surcos de plantados de habas, y sacar alfalfa para los animales de la tia Rosa. Ella, era muy ágil con la hoz y yo una que otra vez me cortaba los bordes de la mano.Pero Lucinda, conocía plantitas que cicatrizaba, que mejoraba el dolor de barriga, que eran dulces y que los pájaros buscaban y otras como el eucalipto, me dejaban medio mareada. 

Mis noches ya me permitían conciliar el sueño de mejor forma. Dormiamos muy temprano.Al caer el sol, a pesar de contar con luz eléctrica, mi abuela se sentaba en su silla y bien abrigada se tomaba una copita de anisado, y luego nos íbamos a dormir juntas en una cama muy dura.El calor que emanaba el cuerpo de mi abuela era como de un tronco pesado ardiendo, por suerte quedaba inmovil hasta amanecer.. Ella, no sé si se percataba de que tenía los ojos abiertos,  y con su mano gorda me rascaba la cabeza intentando darme consuelo. Mi abuela aquí era otra persona. reía, conversaba, cocinaba cosas que en Huancayo nunca había visto. Tarareaba y silbaba muy de mañana y se quedaba mirando el cielo, como si conociera todas las estrellas.

Yo por mi parte, conocía con Lucinda  las cataratas frías donde traíamos agua para supuestamente curarnos del susto. Recogiamos flores y con el palo con el que siempre andaba espantamos arañas blancas entre las piedras. Lucinda hablaba sobre las cosas que habia escuchado que sucedían en la noche en el pueblo, sobre los condenados, los gatos negros y los fantasmas que aparecían como humo blanco los miercoles, dia en que salían las brujas con su magia negra. Otros me contaba  sobre  cuando fue a Huancayo y le gustó comer raspadilla con sabor de piña, pasear y jugar con la bicicleta prestada por alguien. Le habían dicho que terminado este año como yo la primaria, podría ir a estudiar allá.

Yo obviaba el temor de volver a la ciudad, de lo que me había pasado. Prefería llenar los días intentando sacar truchas con las manos o comer hasta sentir la boca rasgada de tanto saborear las cañas del maíz tiernito.

Así pasarón tres semanas, y ya podía comer y comía mucho por las mañanas.Antes el desayuno era una cosa casi extraña, aquí  me resultaba necesario para luego salir con Lucinda e ir las dos y su palo grande, escuchando sus historias con sus otros amigos y sobre sus salidas  por las laderas y quebradas.

Fue aquella vez, que nos sentamos comiendo tunas   y riéndonos de habernos hincado con todas las espinas, que las risas se me volvieron llanto. Después de mucho tiempo conseguía sonreir, y me dolía hacerlo.Me asombraba como después de todo haberme pasado, tenía algo con que alegrarme.Lucinda me tomó de la mano, y con la otra que  tenía su tuna a medio morder. Me dijo, con sus ojos también llenos de lágrimas:

-Mi mamá me ha contado lo que te han hecho en la ciudad. A mi también me ha pasado.Vamos a mejorar.

Nos quedamos  en silencio llorando juntas, mirando a lo lejos Huancayo y por encima muy lindo el Huaytapallana.

El último día , nos despertamos muy temprano con mi abuela. Ella me miraba de reojo y alistaba con prontitud, amarrando y anudando todo. Desde fuera, la tía Rosa nos llamaba y con ella Lucinda, con el cabello medio parado por ser seguro muy temprano no tener tiempo para peinarse. Mi abuela se fue despidiendo, y soltando algunas lágrimas. Encargaba atención a su chacra, sobre su casa. Que la tía intentará buscarla cuando  fuera a la ciudad y que allá Lucinda tendría un espacio si quisiera continuar estudiando.

Lucinda, con sus ojos medio cerrados me llamó a un costado, y me dió en una bolsa muchas hojas que según ella yo ya sabía diferenciar. Me abrazó muy fuerte y no dijo nada.Yo debí decir algo, ahora lo pienso, pero  sólo puse más fuerza en mis hombros para apretarla bastante.

Volvimos a Huancayo y mi madre nos recibió con un rico almuerzo.Recuerdo que a partir de  ese tiempo dormí  muy temprano, como mi abuela acostumbraba hacerlo antes del viaje y ahora entendía de dónde venía esa costumbre.

En el transcurrir de aquellos meses, mamá consiguió un empleo en Lima.Tuvimos que viajar las tres. Mi abuela no soportó nada  la gran capital.Murió después de un año de puro aburrimiento, en aquel departamento en un tercer piso. Pude volver al pueblo de mi abuela, ya después de algunos años. Cuando por un primer año de trabajo de campo en la universidad en la carrera de biología nos mandaron visitar la zona. La casa de mi abuela había sido casi derribada por las raíces del quinual. Muchas cosas habían cambiado.

Pregunté encontrando  al fin la casa de la tía Rosa sobre Lucinda, y me dijeron, no recuerdo que pariente mío era que ella había muerto ya hace muchos años allá en la pampa donde separaba el trigo. Ese día un toro la había revolcado hasta matarla. Al poco tiempo,de mucha pena se fue la tía Rosa también.Me preguntaron quién era  pues nadie se recordaba de mi.

Fue cuando pensé que aquel viaje que hice con mi abuela, quizás no sucedió  nunca  o simplemente lo imaginé de pequeña.